El
increíble descubrimiento sobre el cerebro
Hasta hace una semana teníamos la absoluta certeza de que el
sistema linfático no llegaba al cerebro. Pero no es cierto. Un hallazgo casual
cambia todo lo que dábamos por cierto
08.06.2015
– 18:16 H.
.
El
investigador estaba desarrollando un método para montar meninges de ratón –las membranas que cubren el cerebro–
en una sola lámina, con el objetivo de poder examinarlas en el microscopio.
Entonces tuvo su particular momento eureka. Nada más mirar las meninges se dio
cuenta de que algo no era cómo debía ser: tenían vasos linfáticos. Algo
imposible dado que, como aseguraba un revisión de 2009, es “un hecho anatómico
indiscutible” que el cerebro es el único órgano que carece de conexión directa
con el sistema linfático.
Después
de observar lo que parecían ser vasos linfáticos, Louveau realizó una prueba para
comprobar si, en efecto, estaban ante un descubrimiento gigantesco. Y no había duda.
Lo imposible era posible.
“La
primera vez que me enseñaron el resultado, sólo dije una cosa: 'Van a tener que
cambiar los libros de texto'”, ha explicado Kevin Lee, director del laboratorio
en el que trabaja Louveau, en la nota
de la presentación del hallazgo. “Nunca ha habido un sistema linfático en
el sistema nervioso central, pero es algo que pareció claro en la
primera observación y han hecho muchos estudios desde entonces para apuntalar
el hallazgo. Va a cambiar la forma en que entendemos la relación entre el
sistema nervioso y el sistema inmunitario”.
“Realmente
pensaba que no quedaban estructuras en el cuerpo que no conociéramos”, ha
declarado otro de los compañeros de Louveau, el doctorJonathan Kipnis, que ha
colaborado en la investigación publicada
en ´"Nature" sobre el hallazgo. “Pensé que este
tipo de descubrimientos habían acabado en la mitad del pasado siglo. Pero
aparentemente no es así”.
A la izquierda el
'antiguo' sistema linfático, a la derecha el 'nuevo' sistema linfático.
(University of Virginia Health System)
Hasta
la fecha, pensábamos que el cerebro no estaba conectado directamente con el
sistema inmunitario, y cuando se encontraban leucocitos en el sistema
nervioso creíamos que algo iba mal. Los científicos se han pasado décadas
estudiando cómo llegaban al cerebro este tipo de células, algo con importantes
implicaciones para todas las enfermedades autoinmunes (de la ELA a laartritis), pero esta investigación cambia por completo
todo el campo de estudio.
“En
vez de preguntarnos cómo estudiar la respuesta inmune del cerebro o por qué los
pacientes de esclerosis múltiple tiene
ataques inmunológicos, ahora podemos investigar el asunto de manera mecánica,
dado que el cerebro es como cualquier otro tejido conectado al sistema
inmunitario periférico a través de los vasos linfáticos presentes en las
meninges”, explica Kipnis. “Esto cambia por completo la manera en que
percibimos la interacción entre el sistema inmune y el neurológico. Siempre
hemos pensado que era algo esotérico que no podía ser estudiado”.
“Para
cualquier enfermedad neurológica con un componente inmune estos vasos pueden
jugar un importante papel”, continúa el doctor. “Es difícil imaginar que no
estén implicados”.
La
presencia del sistema linfático en el cerebro plantea un sinfín de preguntas, y
cambia por completo lo que creíamos saber de enfermedades tan importantes como
el alzhéimer. “En el alzhéimer se acumulan grandes bloques de proteína en el
cerebro”, explica Kipnis. “Creemos que pueden estar acumulándose porque no
están siendo retiradas de forma eficiente por estos vasos linfáticos”. Aunque
hay que hacer muchísimas más investigaciones, los científicos de la Universidad
de Virginia ya han visto que los vasos linfáticos del cerebro cambian con la
edad, así que su papel en todo lo relacionado con el envejecimiento podría ser clave.
Todos
los científicos están asombrados con el descubrimiento y se hacen la misma
pregunta: ¿cómo es posible que los vasos linfáticos hayan permanecido tanto tiempo
desapercibidos? Kipnis asegura que los vasos “está muy bien escondidos”,
siguiendo el recorrido de un importante vaso sanguíneo que recorre el
interior de los senos paranasales, una área que es difícil de explorar. “Está
tan cerca del vaso sanguíneo, que simplemente no te percatas de su presencia”,
explica el doctor. “Si no sabes lo que estás buscando no lo ves”.
Para
montar sus meninges en una sola lámina, Louveau las fijó sin quitarlas del
cráneo, para preservar el tejido en su condición fisiológica. Tras esto, las
diseccionó. “Si lo hubieramos hecho de otra manera, no habría funcionado”,
reconoce el doctor.
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